La reflexión de la semana

La reflexión de la semana

Juan 2.23–25

Mientras estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos; y no necesitaba que nadie le explicara nada acerca del hombre, pues él sabía lo que hay en el hombre.

Qué fácil resulta para nosotros ser arrastrados por el entusiasmo momentáneo de las personas. Cuando vemos a personas responder con fervor a la proclamación de la Palabra, ofreciendo votos de entrega y renovado compromiso, se apodera de la iglesia una especie de fervor masivo. Afirmamos que Dios nos ha visitado o que hemos visto un gran mover del Espíritu en nuestro medio. Es, quizás, por esta razón que se ha convertido en un estilo, para muchos predicadores, llevar a las personas a manifestar su aprobación de la Palabra con decisiones públicas.

Valor

Valor

“Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por El lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo,” Filipenses 3:8.

Es importante reconocer que estamos en una guerra espiritual. Es una lucha personal que se libera en lo más profundo de nuestro ser. Tiene además implicaciones prácticas y funcionales también muy profundas.

La clave del crecimiento espiritual

La clave del crecimiento espiritual

“¿Qué sentido tendría el orar por dirección para el futuro cuando no estamos obedeciendo lo que tenemos por delante hoy? ¡Cuántos eventos especiales en la Escritura dependieron de un aparente pequeño acto de obediencia! Puedes estar seguro: Haz lo que Dios te pide que hagas ahora y, dependiendo lo que hagas, se te mostrará qué debes hacer después”, Elizabeth Elliot.

Ver no siempre es creer

Ver no siempre es creer

Uno de los comentarios que los pastores cristianos a veces escuchan de la gente que aconsejan es que sería más fácil para ellos tener una fe fuerte si pudieran ver a Dios hacer el mismo tipo de milagros hoy en día que los que se muestran en la Biblia. La suposición implícita es que se necesita ver para creer —que las personas que vivían en los tiempos de Jesús pudieron confiar más fácilmente en Él ya que podían ver sus grandes obras.

Esos comentarios demuestran la necesidad de leer más profundamente las Escrituras, ya que hay muchos casos en los que ver grandes milagros no movieron a la gente hacia tener fe.